"Confieso que tampoco había escuchado hablar de esta enfermedad, ni siquiera me imaginaba que pudiera existir. Ahora me explicaba por qué no podía estar más de 10 minutos ante cualquier dispositivo eléctrico o electrónico".

"Lo peor la incomprensión de mi gente, me miraban como si me inventase esto, iba al médico y todo estaba bien, mi familia y amigos no entendían lo que estaba pasando, vi en sus miradas la duda, dudaban de mí malestar. Es muy frustrante, lloré mucho".

“No podemos alejarnos de todos los químicos que hay, pero sí se puede hacer un control ambiental, y llevar eso a un punto que le permita al organismo reaccionar y salir adelante".

“Para un paciente crónico, sin tratamiento, sin cura, sin investigación en sus enfermedades…, la incertidumbre del mañana aprieta y ahoga. Pero les recuerdo que uno no elige la enfermedad y nadie la quiere como compañera de vida. ¡Es una lotería, de las que tocan! Y la familia, al igual que la enfermedad, no se escoge; pero se comprende, se protege y se apoya”.