TECNOLOGÍA Y ELECTROHIPERSENSIBILIDAD

Hablar de electrohipersensibilidad y suscitar interés en un público amplio es, de momento, una utopía. Un porcentaje amplio de la población desconoce el significado de este término. A menudo se confunde electro sensible con electro hipersensible, primera distinción que sería necesario tener en cuenta. Así, todas las personas somos sensibles a la electricidad porque nuestro organismo es transmisor de corrientes eléctricas y podemos recibir descargas. Sin embargo, solo los electrohipersensibles experimentan síntomas evidentes diversos ante la presencia de ondas magnéticas (cefalea, mareo, niebla mental, náuseas, vértigo, parestesias, calambres, etc.). Esto no quiere decir que las demás personas no experimenten daños en su organismo que pueden pasar desapercibidos y que los afectados no relacionan con la radiación.

Cualquier sustancia que emite una radiación electromagnética se dice que tiene espectro de emisión. Los humanos a menudo estamos expuestos a radiaciones electromagnéticas, desconociendo la mayoría de las veces la existencia y la dimensión de las mismas (repetidores, antenas, etc.).

Se han puesto en marcha una serie de dispositivos de uso personal (teléfonos, tabletas, lectores de códigos…) y la infraestructura que les da servicio a los mismos (redes 4G, 5G, satélites, etc.) obviando el principio más elemental de precaución. Es decir, se ha priorizado la economía sobre la salud, tal y como ha acontecido tantas veces en la historia de la humanidad (amianto, tabaco, químicos sintéticos, derivados de petróleo hasta en la ropa que vestimos…).

El ciudadano de a pie se enfrenta día a día con la desinformación y así no puede protegerse de un riesgo que desconoce. Y no importa la mayor o menor formación académica de la persona; la publicidad, las fake news, los datos “maquillados” llevan a la no percepción y consciencia del peligro real.

La mayoría de las personas llevan años padeciendo síntomas como el insomnio, las cefaleas, la irritabilidad, desmayos inexplicables, etc., cuando son diagnosticados como electrohipersensibles. En muchos casos tal diagnóstico nunca llega a producirse pese a la carencia de salud de la persona y al peregrinaje de consulta en consulta en busca de una explicación lógica que permita dotar de sentido a lo que le está aconteciendo.

Un porcentaje amplio de electrohipersensibles son diagnosticados erróneamente de alteraciones psicológicas y/o psiquiátricas hasta que la evidencia y los datos conducen a la búsqueda de un diagnóstico ajustado a la realidad.

Así, los propios pacientes electrohipersensibles, inducidos por la orientación aportada por su psicólogo o psiquiatra llegan a creer que padecen manías o fobias, hasta que un médico experto en enfermedades emergentes les explica que no son tales fijaciones sino el efecto de las ondas electromagnéticas sobre su organismo.

Sirva como ejemplo el caso de aquella profesora que siempre se encontraba muy mal en las mismas aulas y en los mismos lugares de su centro de trabajo; mientras que en otros no experimentaba esos síntomas. La situación era tan dramática que incluso no podía entrar en la sala de profesores durante el recreo de los alumnos para descansar. Los compañeros que la conocían desde hacía años y sabían que era una trabajadora muy activa, hicieron todo tipo de cambios en esos espacios, retirar libros, retirar plantas, retirar tizas… pero la situación de la docente no mejoraba. Sospechosamente las reacciones solo se desencadenaban en ciertos espacios del centro, mientras que en otros no experimentaba unos efectos tan evidentes.

Tuvieron que pasar años hasta que el doctor Joaquín Fernández Solá en una consulta le pidió a la docente que dibujase su centro de trabajo, con sus aulas, sus salas de informática, el local de la central telefónica y la wifi, etc., para que obtuviese una explicación racional a lo que le acontecía a la maestra en ciertas aulas: una concentración de ondas magnéticas provocadas por la proximidad de varios ordenadores funcionando a un tiempo, la pantalla digital, etc., justo en los espacios en que ella se encontraba muy afectada.

Las supuestas manías de la docente dejaron de ser manías y tuvieron una explicación científica; y la enfermedad mental no era tal si no una enfermedad orgánica: baja tolerancia a la radiación por ondas magnéticas.

En este caso concreto, como en tantos otros, estamos hablando de una docente que no pudo soportar la alta carga de ondas electromagnéticas en un centro de enseñanza de niños de 3 a 18 años. Las preguntas son, ¿cómo le está afectando a estos niños tan alta radiación?, ¿alguien ha estudiado la conexión del fracaso escolar con la radiación?, ¿trastornos como el autismo o el TDAH tienen algo que ver con el sometimiento durante muchas horas al día a radiación, en edades en las que se supone que debería haber una protección máxima frente a la radiación?

En fin…

La afectación de la radiación es generalizada para toda la población, con el único fin del lucro de las grandes multinacionales; aunque solo los electrohipersensibles seamos conscientes del daño que nos está causando y de la merma de salud ocasionada.

Hasta la fecha en España no se ha tomado en serio el riesgo que supone la radiación electromagnética, un tipo de contaminación silenciosa, destructiva y en algunos casos, incluso letal.

El último atentado contra el medio ambiente consiste en convertir todos los parajes naturales y de montaña  en estaciones con generadores de corriente eléctrica mediante la instalación de los llamados aerogeneradores (molinos eólicos) sin tener en cuenta la vida natural ni la proximidad de las poblaciones, disfrazando tal aberración contra la naturaleza y la vida, de energía verde y sustentable.

De  momento solo unas pocas personas y algunas asociaciones son conscientes de esta destrucción gratuita del entorno saludable en el que sobrevivía la especie humana y los demás seres vivos. Tal vez, para cuando la mayoría se quiera dar cuenta ya sea demasiado tarde. Y entre tanto, algunos siguen “haciendo su agosto económico, mientras que otros son condescendientes de esta devastación”.

Dejamos a continuación el enlace a un artículo de Cambio 16, en el cual, una afectada reflexiona sobre el daño que causa la radiación a todas las personas y como obliga a los electrohipersensibles al cambio continuo de casa en busca de nuevos espacios protegidos frente a la radiación.

https://www.elsevier.es/es-revista-revista-medica-clinica-las-condes-202-articulo-riesgos-radiacion-imaginologica-ninos-S0716864013701251

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